martes, 26 de agosto de 2008

Le temps qui reste

Esta película de François Ozon es un excelente ensayo sobre la fragilidad humana. Dirigida por uno de los más notables cineastas franceses, esta cinta contiene una fuerza emocional entrañable y, afortunadamente, evita los lugares comunes y estereotipados. Quizá esta historia se ha contado muchas veces, sin embargo la irreverencia de Ozon convierte esta pieza en una deleite visual. El éxito radica en la perspectiva que alcanza el espectador al interactuar a través de los encuadres, los silencios y el manejo del tiempo. Existen también secuencias magistrales, como la del final, en donde la orquestación de los recursos gráficos y sonoros rayan en lo sublime.

Les recomiendo que no vean el trailer ni lean la sinopsis que, como en muchas ocasiones, arruina la película.

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