Si bien los mexicanos somos excelentes anfitriones, los paisas me mostraron el orgullo que se puede tener por una ciudad hermosa llena de color y alegría.
Quiero agradecer a todos su calidez y generosidad, a Silvia y su familia por todo su cariño, a Jaime Alberto por su invitación y pasión por la unión entre teoría y práctica, a Juan David por su impecable organización, a Pedro Pablo por su confianza y atención, a Ana por su sensibilidad, a Natalia por su visión del mundo, a Yenny por su amabilidad, a Adrián por su sentido del humor, a Federico por su sabiduría y a todos los que me hicieron sentir como en casa.
Sin duda tendré que volver a Medellín para encontrar de nuevo en el sur la vitalidad que se nos escapa cuando constantemente nos obsesionamos por mirar hacia el norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario