Mi espíritu citadino me llevaba hacia la admiración de este hermoso animal pero de manera distante, no vaya a ser la de malas que pase un accidente por andar de campirano, como sucedió en una ocasión cuando uno reparó y me pegó tremendo susto. A mi primo le fue peor, un pedazo de madera en su rodilla creo que no es un buen trofeo.
Muchos años después recibí a mi caballito...
y no es de palo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario