En Jacumé todo es diferente; pareciera que la ausencia de contaminación que en todos los sentidos invade a las grandes ciudades, provoca que sus habitantes desarrollen niveles de sensibilidad y de convivencia impresionantes.
No necesitan gobernantes, se autoregulan y son felices, eso es algo notable.
Sólo basta ver la sonrisa de los niños para saber que algo mágico sucede allí.
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