domingo, 31 de julio de 2011

A propósito

Sara Borneo es una excelsa dama que deambula por la ciudad de manera peculiar.
Tiene un porte de elegancia y sensualidad combinados que magnetizan los sentidos de quien azorado comparte, aunque sea por segundos, el mismo ambiente. Su fuerza incomoda, desequilibra y aplasta. He visto como el galán más pretencioso tiene que hacer un replanteo después de enfrentar la intensidad de su mirada.

Pero ella no es inaccesible, ahí radica su belleza. Con un ademán cargado de gracia abre la puerta del diálogo; en ocasiones es una mirada que devela la ternura que sólo una mujer puede poseer, o simplemente el movimiento de su mano puede significar una invitación para el acercamiento.

Charlar con ella es asistir a un concierto, su magia inyecta detalles cultos a cada palabra que nace de sus profundos labios. Con Sara se puede viajar a cualquier tema, pero es ella quien siempre lo sugiere con su natural coquetería.

He podido sobrevivir a su encuentro, no sin experimentar un torbellino de sensaciones que desdibujan el mundo material para pintar una pecera en la cual el imperio de lo onírico se magnifica. En ese espacio, que no puede ser mas que una proyección de su presencia, las luces se desdibujan en una mezcla etérea de melancolía grata alrededor de su rostro.
A veces pienso que la resonancia del mundo de Borneo se puede extender por galaxias enteras. Lo sublime es que todo sucede ante tus sentidos que atónitos se transforman para tratar en vano de estar a la altura del suceso.

Si alguno de ustedes me cuestiona, la respuesta que les podré ofrecer será vaga y escueta. Sólo puedo apuntar que volveré a buscar su rastro debajo de ese puente sucio donde se cruzan las ideas.

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