La complejidad humana abarca un espectro inesperado de emociones. ¿Cómo hacerle frente al ímpetu creativo que se subleva a las preconcepciones de la sociedad? ¿De qué manera podemos enfrentar el puñal artero de una traición que congela el corazón? ¿Quién puede sobrevivir a la tortura de la enfermedad que carcome desde las entrañas la existencia? Muestras inequívocas de la fragilidad humana.
El arquitecto es una figura sublime que posee un gusto exquisito capaz de diseñar la perfección. Pero a su vez, es una presa ingenua de sus propios demonios y de la envidia de quien lo rodea.
El cineasta Peter Greenaway comunica con maestría todas estas aristas que nos consumen. Arropado de la fastuosa cultura del Imperio Romano, la cinta es un cuestionamiento constante en torno a la trascendencia, la pasión por el arte y la decadencia de las relaciones interpersonales que permean en la sociedad occidental.
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