domingo, 2 de octubre de 2011

No se olvida

En un día como hoy cuando estudiaba físico-matemáticas en la vocacional del Politécnico, las nubes oscurecían el Casco de Santo Tomás en la Ciudad de México.
El recuerdo amargo de la matanza del 68 se banalizaba con la furia desmedida de los porros.
El huelum tronaba en el aire como himno de guerra que oscurecía los ánimos y nos atrincheraba cual si fuese una escena de Silent Hill.
Afuera, todo era caos, los camiones llenos de "estudiantes" que se iban de compras a las tiendas de abarrotes en la era del preOxxo. Me imagino la cara de terror de los comerciantes al ver bajar a unos 50 jóvenes enardecidos.
El regreso de los camiones de la extinta Ruta 100 era de un furor desmedido. La mercancía, en su mayoría caguamas, era exhibida con orgullo como si fuese el botín codiciado de un barco pirata.

Así, entre el zumbido de petardos, los gritos de enjundia se mezclaban con los de pavor.
Era un aniversario más de la masacre que sufrió una generación, lo triste es que al menos en esos años de principio de los 90, los ideales del 68 se habían secado y dejaban a su paso el olor a tugurio y pólvora.

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