El hiper-racionalismo embate la posibilidad del ser autónomo. Si podemos acceder a cualquier ente a través de tasas y números, ¿dónde ubicar la magia de lo espontáneo?
Lo peor es cuando el arte se une a la adoración racional y se convierte en industria de masas.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
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